Estoy iniciando un nuevo año de vida, me siento pensativa, me siento bien, me siento llena de vida, energía y vibraciones positivas, lo mas importante de todo es que me siento amada y apreciada por Dios, por Mamá María, por mi familia y por tantos amigos que me han demostrado ese aprecio durante mucho tiempo. En las buenas y en las malas, en los momentos de adversidad, de sinsabores y tristezas pero también en los de alegrías, sorpresas y cosas buenas. Todos esos amigos que me conocen y a los cuales les envío las mayores bendiciones de Dios.
Este ultimo año de vida, el famoso año de la pandemia, ha sido un año que realmente no pienso agregar a mi cuenta. Si así como lo oyen, no me parece nada bien que sume si realmente fue como si el tiempo se detuviera, todo fue caos, todo fue dificultades y adversidad, y aún dentro de todo ese marasmo de cosas nada alentadoras, para muchos fue un año de cambios y emprendimientos, de pruebas y logros, en especial para todos aquellos que pasamos "agachados" la pandemia, me refiero a todos los que tuvimos salud a prueba de todo y no tuvimos al virus de compañía. Nos ha quedado el sinsabor de la pérdida de todos aquellos que pasaron a mejor vida y pedirle a Dios fortaleza para sus familias, aunque también ese gozo interno de que tenemos que ser agradecidos porque seguimos vivitos y coleando.
Tuvimos que aprender a aceptar que la vida no era la locura en la cual estábamos inmersos, la agenda llena, sin tiempo de almorzar, conectados a las redes todo el tiempo y sin tiempo para nadie, solo en un corre corre cada día, sin parar y sin saber que la vida se estaba pasando. Llegó la pandemia y todo se paralizó, apareció el silencio, la soledad, la convivencia encerrados entre cuatro paredes así como los momentos de angustia, ansiedad causados por el encierro, por el temor del contagio y no sabíamos que nos daba mas miedo realmente, si tomarnos la temperatura o pesarnos. Era una nube negra encima de nosotros llena de temores y pesimismo por nuestros familiares y amigos pudieran estar entre la vida y la muerte.
Ahora nos dimos cuenta de que lo que realmente tiene valor es el contacto entre los seres humanos, los abrazos y besos de nuestros seres queridos, de los amigos, de todos aquellos a quienes les importamos y entonces comprendimos que la vida simple era comer con un amigo en una terraza, tomarse un cafe con las amigas, ir a las librerías a comprar los libros que tanto queríamos leer, tomar el sol, ver una película, disfrutar de la naturaleza, caminar en un parque, perderte por una calle conocida o desconocida, tomar un bus o un tren, sentarte en la arena a mirar el mar y darte cuenta que el sonido del mismo era la paz. Entonces nos dimos cuenta de que la vida simple era mas sencilla de lo que nos imaginamos y de que ahora que iba a volver nuevamente, no teníamos que pedirle mucho sino pocas cosas.
Gracias a la vida que me ha dado tanto, así dice una canción de Mercedes Sosa, y es la verdad, no hay nada mejor que el agradecimiento, porque esa es la memoria del corazón. No creo para nada que vamos a echar de menos al año de la pandemia, aunque estoy casi segura de que será muy difícil olvidarlo, no importa si ponemos el alma y el corazón en ese esfuerzo... lo tendremos allí en nuestra memoria.
JeanTdeP